Como sociedad, aún no hemos aprendido a gestionar nuestros propios sistemas económicos de forma sostenible en el tiempo.
De hecho, la mayoría de los modelos económicos asumen que recursos como el petróleo y los minerales siempre estarán disponibles en abundancia.
Recientemente hemos aprendido que esta suposición es falsa: existen límites para todos estos productos, ya sean metales como la plata o el oro o combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas natural.
EN una reserva india de Idaho, en un lugar donde los búfalos y los alces vuelven a pastar, una pequeña comunidad está desarrollando economías sostenibles que incluyen a todas las especies, incluidas las personas.
En un lugar donde búfalos y alces vuelven a pastar, una pequeña comunidad está desarrollando economías sostenibles que incluyen a todas las especies, incluidas las personas.
Situada en el norte de Idaho, en tierras de la tribu Shoshone-Bannock (territorio compartido por las tribus Bannock y Shoshone), esta reserva albergó en su día miles de búfalos, la mayor concentración de Norteamérica en aquella época.
Hoy viven allí unas 1.000 personas durante todo el año o se desplazan desde ciudades cercanas como Pocatello y Boise.
Pero aunque hoy en día hay menos animales que cuando esta tierra fue habitada por los nativos americanos hace cientos de años, siguen desempeñando un papel importante en nuestra forma de pensar sobre el medio ambiente y de relacionarnos entre nosotros.
La tribu, los Shoshone-Bannock, está utilizando su propia tierra como laboratorio para estudiar los recursos naturales renovables.
La tribu, los Shoshone-Bannock, utiliza sus propias tierras como laboratorio para estudiar los recursos naturales renovables.
El DOE pagó una investigación en sus tierras que le ayudaría a comprender el potencial de las fuentes de energía renovables en tierras tribales.
El DOE también quería saber cuánto dinero se podía ganar con la venta de créditos de energía renovable (REC). Un REC representa la prueba de que un megavatio hora (MWh) de electricidad se generó a partir de fuentes limpias o renovables, como la energía eólica o la solar.
Además de estudiar estas dos cosas, este proyecto también analiza cómo contribuye el capital natural a la sostenibilidad económica a largo plazo de tribus nativas americanas como la suya.
En virtud de un contrato con el Departamento de Energía, la tribu está probando si puede regenerar un antiguo ecosistema sin tomar de las generaciones futuras más de lo que la naturaleza puede reponer.
En virtud de un contrato con el Departamento de Energía, la tribu está probando si puede regenerar un antiguo ecosistema sin quitar a las generaciones futuras más de lo que la naturaleza puede reponer.
La tribu Shoshone-Bannock utiliza sus propias tierras como laboratorio para estudiar los recursos naturales renovables.
El experimento durará 50 años o más, según Sam Ahnatey, director de gestión medioambiental de la reserva Shoshone-Bannock de Fort Hall (Idaho).
Si tiene éxito, este experimento puede enseñarnos algo sobre cómo convivir con la naturaleza en lugar de destruirla.
El experimento está aún en sus primeras fases y no está claro cuánto durará. Los investigadores aún no han empezado a diseñar su experimento, pero esperan llevarlo a cabo a lo largo de varios años.
El experimento lo llevará a cabo un equipo de investigadores de todo el mundo que trabajarán juntos y compartirán sus hallazgos entre sí a medida que avancen.
Llevo trabajando con el consejo tribal desde finales de los 70 en un programa que llamamos »capitalismo natural». Su premisa es que, en nuestro sistema económico actual, estamos agotando rápidamente el capital natural -suelos, agua y calidad del aire- mientras acumulamos capital financiero y humano. En efecto, estamos vaciando nuestra cuenta bancaria ecológica al tiempo que aumentamos nuestro número de habitantes.
El capital natural es la base de nuestra supervivencia y bienestar. Incluye aire fresco, agua limpia y suelo sano.
El capital natural es también una medida importante de la salud humana: cuando miramos nuestro extracto bancario o la factura de la tarjeta de crédito, sólo vemos capital financiero y humano; no hay forma de saber cuánto capital natural se ha consumido para pagar lo que compramos.
Pero si no medimos adecuadamente el capital natural -o si ignoramos su agotamiento- no tendremos ni idea de si nuestra economía es sostenible a lo largo del tiempo (y de si nuestras elecciones de estilo de vida son éticas).
La mejor forma de medir el capital natural es mediante un método llamado «contabilidad de los servicios ecosistémicos», que tiene en cuenta tanto los valores de uso directo (como la producción de alimentos) como los beneficios indirectos de los ecosistemas, como la regulación del clima o la polinización por las abejas*.
Si seguimos por el camino actual, como nos dicen muchos economistas, un día nos encontraremos en la ruina, como los nietos de John Maynard Keynes, que heredaron la riqueza de su abuelo pero no su ética del trabajo.
Si eres economista y quieres evitar que te llamen agorero, lo mejor es que evites hacer predicciones sobre el futuro.
Pero si seguimos por el camino actual, como muchos economistas nos dicen que haremos si no cambiamos pronto de rumbo, dicen que nuestros nietos heredarán la riqueza de sus abuelos pero no su ética del trabajo.
Su argumento es el siguiente: Estamos desperdiciando capital natural -el valor de nuestros bosques y humedales, aire limpio, agua dulce, suelo fértil, océanos y lagos sanos- a un ritmo insostenible.
Esto es esencial para la supervivencia a largo plazo porque estos recursos nos proporcionan desde alimentos (cultivos) hasta energía (eólica). Sin ellos, ¡no habría economía!
En la naturaleza no existe la comida gratis; alguien debe pagar por cualquier acción que realice cualquier ser vivo.
En la naturaleza no existe la comida gratis; alguien debe pagar por cualquier acción realizada por cualquier ser vivo.
El concepto de comida «gratis» es un mito, porque implica que la naturaleza tiene una especie de capacidad infinita para proporcionar recursos que se pueden tomar sin consecuencias.
En realidad, toda acción tiene consecuencias, y esas consecuencias pueden demorarse, pero siempre están ahí.
Pueden ser positivas o negativas: directas o indirectas (como la muerte de un animal).
Una economía que descarta sistemáticamente uno de sus componentes esenciales, el capital natural, tendrá problemas para sobrevivir a largo plazo.
Una economía ecológica es una nueva forma de ver el mundo. Incluye la idea de que la naturaleza es una fuente de riqueza, no sólo un gasto.
La economía debe basarse en el capital natural y no en el capital financiero, que tiende a tener objetivos e intereses a corto plazo.
El desarrollo sostenible requiere una perspectiva ecológica porque implica crear condiciones que permitan a las personas de hoy y de las generaciones futuras satisfacer sus necesidades sin comprometer las de otras especies ni la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas.
Conclusión
La tribu Shoshone-Bannock es un gran ejemplo de cómo desarrollar una economía sostenible que incluya a todas las especies, incluida la humana.
La tribu ha estado utilizando su propia tierra como laboratorio para estudiar los recursos naturales renovables y está probando si puede regenerar un antiguo ecosistema sin tomar de las generaciones futuras más de lo que la naturaleza puede reponer.
Si tiene éxito, este experimento puede enseñarnos algo sobre cómo coexistir con la naturaleza en lugar de destruirla.
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